Sir Alex Ferguson, maestro de la gestión | Fútbol | Deportes
El libro «Liderazgo» de Alex Ferguson.

Ahora que Netflix ha devuelto a David Beckham a la primera línea del escaparate, si acaso alguna vez la abandonó, seguramente haya pocas personas que conozcan mejor al mediático exfutbolista que Alex Ferguson, el hombre que le metió en el sagrado vestuario del Manchester United cuando todavía era un adolescente y que años después, le abrió una ceja al golpear de mala manera una bota en el camerino mientras ambos discutían. “The Boss [El Jefe] estaba furioso, y esa cara no la puede imitar nadie, os lo aseguro”, dice Beckham en el documental. Poco después, el técnico le abrió las puertas de la entidad de par en par y el 7 abandonó el club contra su voluntad. Poco importa que fuera el ídolo de Old Trafford, el nuevo héroe inglés –tras haber sido villano por la eliminación del 98– o una inagotable máquina de producir beneficios; para Fergie, la salida era necesaria e inevitable. Sencillamente respondía al bien común. El nosotros por encima del yo.

“No soy un gurú de los negocios, por lo que no me pidáis que os explique qué es una contabilidad por partida doble, cómo contratar a quinientas personas en seis meses o lo que supone una organización matricial, porque no tengo ni idea. Yo centré mi vida en el fútbol y este libro ofrece observaciones sobre cómo buscar la excelencia”, apunta Ferguson en Leading (Liderazgo, RocaEditorial), un manual de dirección en el que el prestigioso preparador escocés relata –con un paradójico aroma al Reino Unido industrial y a la modernidad– sus vivencias y maniobras como mánager del United, al que dirigió exitosamente durante 26 años y en el que administró personalidades tan arrolladoras y temperamentales como las de Eric Cantona o Cristiano Ronaldo, o carreras tan excepcionales como las del propio Beckham.

“La gente con grandes egos quiere ganar, algo que para mí nunca fue un problema. Pero en la práctica no funciona. La clave es el equilibrio. A las personas verdaderamente creativas no hay que dejarlas que se aburran”, precisa él, un tipo recio curtido en la rutina proletaria de Govan –su barrio de Glasgow– que, quién iba a decírselo, en su veteranía se encontraría impartiendo charlas en la Harvard Business School para explicar a los alumnos el modelo de gestión de aquel United imperial no tan lejano, una marca gigantesca. Una entidad deprimida cuando él llegó.

Pese a que tardó cuatro años en conseguir un título con los red devils, generó un impacto inmediato. ¿El secreto? Conceptos simples, racionalidad y lógica; nada de tecnicismos ni mensajes sofisticados. Olvídense de complejas fórmulas económicas. Disciplina, motivación, trabajo en equipo; saber delegar y sentido común. La honestidad y el humor son principios básicos. Todo eso y mucho más transmite el libro. Así es el método de Sir Alex Ferguson, ni mejor ni peor. Pero a él le funcionó.

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